Llega el año nuevo y con él buenos propósitos que cada año nos hacemos para mejorar nuestro estado físico y salud, los clásicos; ponernos a dieta y apuntarnos al gimnasio. Y como cada año, la mayoría de la gente fracasará. Lo cierto es que estos buenos propósitos, tan solo son buenos para los centros de adelgazamientos y departamentos comerciales de gimnasios que hacen su particular “agosto”, las estadísticas así nos los confirman.

Podría hacer un artículo de lo bueno que es para nosotros hacer ejercicio, de lo malas que son las grasas, de lo que mejora nuestra postura al ejercitar los músculos, de los alimentos bueno y malos, etc. Pero lo cierto es que esto es perder el tiempo, todo esto la gente ya lo sabe, no hace falta insistir en lo que ya saben, en lo que tienen que hacer.

Mi postura es que, como siempre, los instructores, entrenadores, técnicos e incluso profesores y padres debemos educar más que entrenar. Desde mi experiencia, la gente abandona sus dietas y programas de ejercicios no porque no sepan qué hacer, o no tengan capacidades físicas para afrontarlos, sino por no conseguir mantener un estado de ánimo propicio para mantener sus nuevos hábitos a medio y sobre todo a largo plazo, simplemente se aburren de andar en una cinta, se desmotivan al no conseguir resultados, se sienten desubicados en una sala de pesas, se estresan al seguir una dieta y al final dicen esa socorrida frase de “esto no es para mi”, y efectivamente creo que con toda la razón, esto no es para ellos.

Durante años de experiencia y tener mi visión particular, he intentado analizar algunas de las estrategias que típicamente proponemos a los clientes o personas que inician un programa, y lógicamente no funcionan. No funcionan porque nos centramos más en el “qué hacer”, que en el “cómo hacerlo”. No olvidemos que tratamos con personas y no con seres automatizados, y lo difícil no es ponerse a ello, sino mantenerlo y para mantenerlo cada persona debe tener algo más importante que ganas de pedalear o levantar pesas y es voluntad continua, no es cuestión de aptitud, sino de actitud. Cada persona tiene estados de ánimos diferentes, emociones que manejan sus decisiones, percepciones que les representan una realidad diferente a la nuestra, son estas cuestiones emocionales las que determinan el éxito o el fracaso en el mantenimiento de unos nuevos hábitos. Aquí te expongo algunos ejemplos que lejos de ser útiles se quedan en una buena intención.

 

Después de un exhaustivo protocolo de valoración…

A los centros les ha dado por valorar a cada sujeto, por hacerles un cuestionario de salud, por rellenar páginas de estilos de vida, por cuantificar su estado de salud, por determinar su porcentaje de grasa y pulsaciones seguras a las que debe entrenar. Todo esto está muy bien, pero creo que no sirve de mucho si le vamos a descubrir algo que ya sabe y de lo cual no se siente muy satisfecho, frases como “hemos determinado su porcentaje de grasa, es de un 35%, esto nos hace ver en nuestra escala de composición corporal que es usted obeso…” o también “gracias a nuestro protocolo de valoración de la capacidad aeróbica en el cicloergómetro, el resultado es que su condición física cardiorrespiratoria es insuficiente”… y no contentos con estas frases lapidarias y totalmente prescindibles, se les propone un programa de andar en cinta 45 minutos 3 veces por semana y un circuito en máquinas de 4 series con 20 repeticiones… yo me pregunto ¿Qué nos han hecho para que les castiguemos así? Primero les decimos algo que ya saben (pero metemos bien el dedo en la herida) y todo para diseñarles un programa muy “saludable” pero tremendamente aburrido y desmotivante.

Sin embargo el señor gordito que se compró una bici y comenzó a salir a pedalear, disfruta en cada salida y aunque al principio llegaba el último del grupo con su pinta de Jaimito, en unos meses su vida ha cambiado, ahora llega el penúltimo pero tiene un mallot de colorines y un acople de triatlón. Simplemente está emocionado, motivado, vive su película y su estado de ánimo es muy diferente al pobre gordito castigado en un centro deportivo abandonado en la cinta y encerrado en una máquina isocinética realizando innumerables repeticiones.

No se tú, pero yo veo a diario estas situaciones y pienso “los centros deportivos algo deben estar haciendo mal”. Efectivamente están fallando en motivar a la gente que llega, tan solo consiguen impresionar con palabras como “wellness”, “protocolos”, “ergosaludable”, “índice cardiovascular”, “impedancia”… cuando tan solo lo que necesitan es algo tan sencillo como divertirse haciendo ejercicio. Andar en una cinta y realizar innumerables repeticiones es verdaderamente aburrido, efectivamente “esto no es para ellos” por muy fundamentado que esté en el supravalorado manual de la ACSM.

Pedalear durante una hora en una bicicleta estática es aburrido, pero si te ponen música, el profesor te dirige, al final ya no estás haciendo ejercicio, estás viviendo un estado de ánimo, vives tu particular película, durante una hora estás en otro mundo, en un estado diferente, estas motivado y el tiempo pasa de forma diferente.

Así que mi consejo es que busques actividades que te resulten motivantes, donde encuentres un estado de ánimo gratificante. Si decides ir al gimnasio a andar en una cinta pensando que es un suplicio y requiere grandes dosis de esfuerzo y voluntad, efectivamente estas en lo cierto, no hay cosa mas aburrida y desmotivante que hacer lo mismo, en el mismo sitio, al mismo ritmo y además que tu cerebro no tenga nada con lo que entretenerse. Si tu cerebro no se entretiene, fracasarás.

 

Eliminar, eliminar, eliminar…

Cada vez que alguien me dice este año dejo de fumar, cuando comience el año dejo de comer bollos, voy a quitarme el pan, … detrás veo siempre la palabra ¡¡fracaso!! Quitarte unos cigarrillos, unos bollos, un helado o la sal en las comidas, no es lo verdéramente importante, sobre todo al principio. Y es que lo que más cuesta es, cambiar hábitos. Estas personas que comienzan de un día para otro a cambiar todos sus hábitos, de un día para otro comen todo a la plancha, insípido, dejan los dulces, dejan de fumar, dejan de comer con pan, eliminan las grasas, etc. El cambio es tan drástico que su cerebro y organismo no asimilan este cambio tan repentino, su cerebro tienen necesidad de ese chute de azúcar a media mañana, de ese cigarrillo después de comer o esa cucharada de helado después de cenar, si no se lo damos, entramos en un estado alterado y en una semana se abandona todo y se vuelve a caer en los hábitos eliminado pero además ahora con una tremenda frustración.

Para evitar esta situación tan común yo te aconsejo que no te preocupes por no eliminar tus hábitos no saludables, apuesta en estos momentos por incluir nuevos hábitos como hacer algo de ejercicio, beber mas agua, realizar mas comidas a lo largo del día, céntrate en adquirir estos nuevos hábitos, los malos irán desapareciendo cuando estés preparado. Es un gran error cambiar todo de un día para otro. Yo siempre digo, es más importante adoptar un hábito nuevo, que deshacerse de uno ya adquirido.

 

Hoy no es el cambio

Esto de proponerse un día a partir del cual… no es buena idea. Para provocar grandes cambios ya hemos visto que cambiarlo todo de un día para otro no es buena idea, nuestro cerebro y organismos no aceptan estas drásticas situaciones de forma fácil. Lo mejor es proponer pequeños cambios pero durante mucho tiempo, al final tendremos un gran cambio. Para conseguir esto, es necesario planificar nuestros objetivos, al menos a grandes rasgos, por ejemplo el primer mes comprarse unas buenas zapatillas y ponerse a hacer algo de ejercicio cardiovascular, el segundo mes iniciar un programa de fuerza y realizar un desayuno saludable, el tercer mes… al final del año habremos conseguido un gran cambio planificando pequeños objetivos. Tendremos retos pequeños fáciles de superar y sobre todo que nuestro cerebro y estilo de vida los acepte. Planifícate tus hábitos, plantéate pequeños retos más que decidir el día que cambiará todo.

 

Una frase para cambiar

Como resumen de todo lo expuesto, lo mejor es reducir todo en una idea, en una frase, en un objetivo sencillo y fácil de conseguir. Mi frase es:

 

Planifica e introduce hábitos que te motiven

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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