Si haces deporte o cuidas tu alimentación, seguramente habrás escuchado cómo muchas personas admiran tu “fuerza de voluntad” algo de lo que ellos afirman que carecen, pero lo que no llegan a comprender es que tú tampoco la tienes.

La mayoría de personas sedentarias o que mantienen hábitos poco saludables ven como un sacrificio el esfuerzo que tienen que hacer para cambiar sus vidas en este aspecto, a la mayoría les gustaría tener esa fuerza de voluntad y tener la disciplina para conseguirlo. Yo pienso que tener esa visión es la principal causa de no conseguirlo. Pensar que llevar una vida activa, realizar deportes soportando y superando la fatiga, evitar comer alimentos grasos… es algo sacrificado, es un error, es solo una visión a muy corto plazo y limitada.

Si cualquier indígena de los que aún viven en la amazonía observase nuestra sociedad, pensaría que no sería capaz de tener la fuerza de voluntad de todos los días peinarse, tener paciencia en un atasco diario o llevar zapatos con tacones, sin embargo, a la mayoría de nosotros no nos cuesta ningún trabajo, no resulta algo sacrificado porque es un hábito inculcado y cotidiano.

Inculcamos hábitos en nuestra vida cotidiana que no nos suponen una fuerza de voluntad, ducharnos o cepillarnos los dientes, es algo que tenemos casi automatizado y que no podríamos pasar un día sin llevarlo a cabo. Algo similar sucede con el ejercicio.

La mayoría de personas que hacen actividad física, no les supone una fuerza de voluntad, todo lo contrario, es una actividad sin la que no podrían pasar varios días sin llevarla a cabo. La necesitan para regular sus ciclos vitales, mantener a su organismo en su homeostasis, sentirse realizados… en definitiva mantener unos hábitos cotidianos.

Muchas personas que comienzan un programa de entrenamiento o una alimentación saludable, acceden con la idea de iniciar un verdadero estado de fuerza de voluntad y de lucha en contra de ellos mismos. Entonces deberían observar al resto de personas que ya tienen este hábito y verán cómo a ellos no les supone un esfuerzo, es más, están deseando que llegue el momento de salir a correr, meterse en la clase de tonificación o cocinar su cena saludable. Para las personas que ya hacemos ejercicio, cuidamos la alimentación o no bebemos alcohol, estamos en un estado dirigido por un hábito y vemos el sentido inverso, es decir, nos costaría una verdadera fuerza de voluntad y sacrificio renunciar a hacer ejercicio o a comer saludablemente.

Si ya haces ejercicio, te cuidas y llevas hábitos saludables, cuando alguien te diga que no dispone de esa fuerza de voluntad ya le puedes contestar que tu tampoco, que para ti no supone un esfuerzo, ni un sacrificio como ellos pudieran pensar. Si no haces ejercicio, ni te cuidas y piensas que no tendrás la fuerza de voluntad y el sacrificio para cambiarlo, así será, porque la realidad es que no lo necesitarás, simplemente espera a que se convierta en tu hábito.

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