Seguramente conocerás algún caso donde a partir de una situación laboral o familiar estresante se comenzó a ganar peso. Siempre he mantenido que para conseguir los mayores resultados debemos acudir a la causa y no al efecto. En estos casos donde la ansiedad o estrés provocado por una situación del entorno, puede ser la responsable del aumento de peso. Veamos que podemos hacer para conseguir los mejores resultados en estos casos.

Aunque no lo creamos, el estrés es una respuesta natural de nuestro organismo que durante miles de años le ha servido al ser humado como mecanismo de supervivencia (lucha y huida). Ante cualquier situación de peligro o alarma, nuestro cuerpo reacciona con una serie de reacciones químicas y mecánicas que predisponen a nuestro organismo en una situación de alarma para producir respuestas rápidas. Las glándulas adrenales comienzan a lanzar hacia el torrente sanguíneo varias hormonas, a las que se les conoce como hormonas de estrés, entre ellas adrenalina y cortisol que ayudan a aumentar la producción de energía y la fuerza muscular. Hace miles de años, estas reacciones eran necesarias para la supervivencia de la especie, hoy en día continúan presentes y produciéndose, pero sus efectos ya no resultan positivos.

stress-2Ante una situación estresante, nuestro organismo segrega estas hormonas que tienen la misión de obtener energía de forma rápida, acuden a los depósitos de energía y vuelcan al torrente sanguíneo gran cantidad de glucosa, energía muy rápida y lista para consumir. Algo muy interesante y fundamental ante situaciones de lucha o huida ante un peligro. Sin embargo, hoy en día no luchamos y mucho menos salimos corriendo para salvar la vida, así que de repente nos encontramos con una elevada cantidad de glucosa en sangre que no tenemos forma de eliminarla, al final nuestro organismo almacena este exceso en forma de grasa. Pues si, paradójicamente lo que hace milenios nos garantizaba conservar la vida, hoy en día provoca sobrepeso e hipertensión, las principales causas de muerte en el mundo occidental. Paradójico ¿verdad?

Hay que advertir que no toda situación de estrés es contraproducente, solo su forma negativa, el denominado “distrés”, resulta perjudicial para nuestra calidad de vida. Si se produce, una opción es controlar esas reacciones para aprovechar sus beneficios y minimizar sus efectos nocivos sobre la salud. En este aspecto, el ejercicio físico es una gran herramienta de canalización del estrés, es una estupenda vía de escape para liberar energía y ofrece una liberación a las reacciones que sufre el organismo.

 

En nuestra vida diaria

A priori podemos pensar que las actividades denominadas cuerpo-mente como yoga y tai-chi son las más interesantes para el control del estrés, pero veremos que según el caso pueden no ser tan útiles como pensamos.

fat-obesidadEn situaciones de estrés, el organismo produce cortisol que es una hormona de alto poder catabólico, es decir, degrada macromoléculas para obtener energía rápida y que el organismo pueda moverse. El problema, es que degrada indiscriminadamente glucógeno para obtener glucosa, grasa para obtener ácidos grasos y músculo para obtener aminoácidos. De repente, nuestro organismo posee gran cantidad de moléculas energéticas y si no nos movemos para oxidarlas con algún ejercicio, pasará a formar parte de las reservas de grasa. Por este motivo, hay personas que comienzan a ganar peso acumulando grasa, otras padecen un catabolismo muscular perdiendo masa muscular y disminuyendo su sistema inmune y en el peor de los casos, ambas situaciones.

Esta situación nos hace pensar que un ejercicio con un gasto calórico elevado resultará mucho más interesante y eficiente. La actividad física oxidará la grasa y glucosa producida por el cortisol y canalizará toda la actividad neuromuscular estimulada por la adrenalina. De esta forma, evitaremos acumular grasa. Pero eso no es todo, posterior al ejercicio, nuestro organismo continua generando beneficios: una vez en reposo, se generan endorfinas que son opiáceos endógenos que provocan sensaciones placenteras y de bienestar, minimizando estados de ansiedad y aumentando la relajación. Según algunos estudios, incluso parece más eficaz que un programa de meditación o escuchar música relajante.

Una de las excusas más comunes es que no tienen tiempo para hacer deporte, sin embargo, se rebate fácilmente. Las personas que sacan unos minutos al día para entrenar, son más eficientes en el trabajo que las que se tumbaron en el sofá a ver la tele. Es preferible levantarse una hora antes cada mañana, que pasar dos horas dando vueltas en la cama con insomnio.

La actividad física o deporte a realizar dependerá de cada persona, según el tipo de persona y tipo de estrés podemos encontrar actividades. Es importante elegir una actividad deportiva que minimice nuestro nivel de estrés y no lo eleve.

cardio-box– Para personas con grandes responsabilidades, trabajos bajo situaciones de alta presión o que tienden a coger peso ante periodos estresantes, lo ideal son actividades de resistencia al aire libre como running y mountain-bike.
– Personas muy competitivas pueden alterarse mucho más ante situaciones de juego en deportes de equipo, es mejor opción seleccionar actividades donde no existe un componente competitivo como actividades individuales o clases colectivas
– Para los que necesitan liberar adrenalina, actividades de aventura o deportes de riesgo (parapente, descenso de cañones, vuelo libre, etc.). Sin embargo estas actividades no encajan en personas que se deprimen con facilidad.
– Para personas muy nerviosas e hiperactivas, entrenamientos de fuerza o actividades como clases colectivas de combate se adaptarán muy bien a su perfil.
– En deportistas profesionales, un cambio de actividad haciendo actividades poco competitivas como meditación, yoga, pilates o tai-chi, suele ayudarles a concentrarse mejor.
– Evita un horero fijo de determinados días a una hora, es preferible que te plantees por ejemplo entrenar tres días a la semana y cumplir el objetivo según vaya transcendiendo la semana.

obesidadejercicioSi te identificas con esta causa, te recomiendo que no cambies tus hábitos de un día para otro. Esa técnica de comenzar a principios de año con una dieta restrictiva, apuntarse al gimnasio para asistir a la clase de las 19 horas lo lunes, miércoles y viernes, no suele funcionar. El cambio de hábitos y llevar un horario estricto quizás te causen un nivel mas elevado de estrés y ansiedad. Es mejor opción comenzar haciendo algo de ejercicio sencillo y no planificado como salir a trotar 20 minutos el día que tengas un poco de tiempo y mas que seguir una dieta, proponte tan solo mejorar lo que ya comes, por ejemplo evitando cenas copiosas o tomando un desayuno energético y saludable, el resto de cambio vendrán solos. En el momento en que vayan desapareciendo las situaciones estresantes y las endorfinas hagan su efecto, verás como a medio plazo conseguirás inculcar nuevos hábitos

No te centres tanto en quemar calorías y llevar un alimentación muy planificada, céntrate en eliminar tu ansiedad, en tener sensaciones placenteras, en disfrutar, que el ejercicio y la vida saludable no sea una obligación, sino un deseo.

 

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